De dónde salió Eladil

Eladil es mi novela corta ilustrada y debo reconocer que no le doy todo el protagonismo que se merece. De hecho, cuando llevo a cabo mis (casi nulos) esfuerzos de promoción, ni me acuerdo de ella en favor de las novelas largas, a pesar de que me encanta. Quizás es porque solo está en papel y no ha tenido tantos lectores, por lo tanto, no he recibido tanto feedback como en mis otros libros. Pero el caso es que tanto la historia como las ilustraciones me parecen una pasada y debería mostrarlo más a menudo como uno de mis motivos de orgullo.

Un concurso de novela corta: la excusa perfecta para extenderme en una historia que me ronda

Hacía tiempo que me rondaba la cabeza el concepto de dos gemelas, de las que una profecía decía que una sería malvada y otra bondadosa. La gente asumía inmediatamente que una de ellas era la mala por las apariencias y la trataba en consecuencia, pero finalmente resultaba que la mala era la otra, a la que habían malcriado. Plasmé el concepto en un relato corto infantil, La leyenda de los unicornios, pero no me quedé conforme. Seguía pensando que necesitaba más desarrollo lo que pasa después. De hecho, el jugo estaba en lo que pasa después. No obstante, tenía proyectos de novela larga más interesantes en mente, así que la idea quedó aparcada.

Un concurso de novela corta celebrado por un blog lo cambió todo. La verdad es que forcé al máximo para terminar en plazo y que no me extraña que no ganara, pero la estructura quedó montada:

  • Por un lado, unos trozos de diario que contaban la vida de acoso y malos modos que tuvo que soportar la gemela supuestamente malvada
  • Por otro lado, alternaba con el tiempo presente, en la que la verdadera malvada, neutralizada su hermana, se había hecho con el poder. Ahora, todos se habían dado cuenta de su error… ¡y de que necesitaban a Eladil para liberar al reino!

Recuperando el proyecto

Estaba entre novela y novela y no me apetecía empezar nada nuevo tan pronto, así que me acordé de Eladil, la novela corta que se había quedado acabada pero relegada a una carpeta de proyectos sin salida. Lo releí, me gustó lo que leía pero no cómo estaba escrito (ya dije que lo hice con prisas) y, antes de querer darme cuenta, lo reescribí. En esa reescritura le di mucha más profundidad y drama (sin salirme de los límites de la novela corta) hasta crear una historia preciosa y con un toque más adulto del que acostumbraba por entonces.

Luego me pregunté qué diablos iba a hacer con una historia tan corta: demasiado para publicar un libro, pero muy larga para una entrada en un blog de relatos. Incluso me planteé publicarlo en el blog de viajerainterdimensional, porque en el fondo todo transcurre en algún reino perdido de Esmtezlia y podía haber funcionado como entradas, pero los lectores de Atrapada en otra dimensión y Viajera interdimensional eran fans de las locuras que le pasaban a Diana y de la diversión, ¡no pegaba ni con cola! Así que ahí se quedó, otra vez en el cajón.

Aprendiendo 3D

Luego me dio por aprender a usar Daz 3D, una herramienta que permite hacer escenas en tres dimensiones muy logradas si consigues la técnica suficiente para que los muñecos resulten naturales (y que muchos escritores usan para hacer auténticos esperpentos en las portadas de sus obras). Le dediqué muchísimas horas y logré un manejo bastante fluido y resultados espectaculares. ¿Qué hacer con ese conocimiento, aparte de las portadas prediseñadas que vendía en mi empresa y que ahora reciclo como inspiración para algunos de mis relatos cortos? No lo tenía muy claro hasta que hice esta imagen:

novela corta ilustrada romántica paranormal Eladil, de la escritora Déborah F. Muñoz

De pronto, me encontré con una escena que reflejaba a la perfección a Eladil y a Dante y que se convertiría en la portada del libro. A partir de ahí, con esas figuras de base, empecé a ilustrar compulsivamente partes de la novela, hasta llegar a las más de 30 que componen el libro.

Luego, todo fue cuestión de maquetar y volver a corregir el texto, que ya sabéis que soy muy tiquismiquis con eso.

Cuestión de precios

No sé si lo sabrás, pero imprimir en color es mucho más caro que imprimir en blanco y negro. Tanto que, aun bajando al mínimo el precio, me salían 14€ de precio de venta por un libro muy fino. Anticipé las protestas de mis lectores y decidí hacer una edición de menor precio en blanco y negro a la que pude poner un precio más asequible. Pero, ¿cómo diferenciarlas? Ahí es donde se me ocurrió la idea de hacer dos portadas, una de día (la de color) y otra de noche (la de blanco y negro,

Al final, a la gente le pareció tan bonito que al final querían todos el caro. Y, aunque había pedido más ejemplares de blanco y negro y me los comí con patatas (luego se fueron agotando, pero la pila tardó en bajar), fui feliz por tener que pedir más de los otros.

Y ahí se queda la cosa… ¿o no?

No quería estropearlo sacando un ebook; por aquel entonces los resultados no eran muy buenos, así que, una vez pasada la novedad y agotados los ejemplares (tengo unos pocos siempre en reserva, pero no he vuelto a hacer un pedido gordo), ahí se quedó la cosa.

No obstante, los ebooks ahora son mucho mejores y las imágenes se ven bastante bien, así que me lancé.

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