Lo mejor que puedes hacer cuando gestionas tu tiempo, tanto en el trabajo como en casa, es tener muy clara la duración real de las tareas, no basarte en lo que imaginas que puedes tardar o en estimaciones imprecisas.
Por eso, es muy importante que cronometres tus tareas. Es una forma muy sencilla de saber cuánto tiempo necesitas para hacer cada cosa porque, aunque parezca mentira, ¡tenemos tendencia a sobre-estimar nuestra capacidad de realizar las cosas rápido! Por eso hay tanta gente que llega tarde a los sitios o se ve pillada con las entregas de sus trabajos: porque ha calculado mal y ha pensado que tardaría menos en hacer sus abluciones matutinas o en escribir ese informe que en apariencia es tan sencillo.
Lo ideal es que te cronometres haciendo la tarea varias veces y que hagas una media: si lo haces solo una vez, lo mismo vas más rápido que habitualmente solo por el hecho de saber que te estás cronometrando, mientras que si te cronometras varias veces será más fácil que te acerques al tiempo real que dedicas de forma normal.
Sin embargo, si no puedes cronometrarte varias veces, siempre puedes hacerlo solo una y sumar un pequeño porcentaje de tiempo adicional por si hay algún imprevisto, algo sale mal o tardas más de la cuenta por algún motivo (¿quién no ha tenido un día en que se ha levantado espeso y parece que no sale nada a derechas?)
Una vez que sepas de una forma certera cuánto tiempo necesitas en realidad para hacer cada cosa, es cuando puedes ponerte a planificar… pero ya hablaremos de eso.