El sueño de Neko era ser el gato que más territorios había explorado nunca, cosa imposible porque vivían en una isla y tanto él como sus hermanos ya la habían explorado por completo. No obstante, tenía que haber una forma de cruzar el mar y se dispuso a averiguarla.
No tardó en caer en la cuenta de que los pájaros eran capaces de hacerlo, así que comenzó a cazarlos para robarles las plumas y poder volar él también. Sin embargo, era demasiado pesado y ni todas las plumas del mundo conseguirían hacerle alzar el vuelo. Aun así, cazar pájaros se convirtió en un deporte para él y se volvió de lo más habilidoso haciéndolo.
Todo cambió cuando los piratas llegaron a la isla. En cuanto Neko vio el barco, supo que era su forma de salir de allí, así que buscó una forma de convencer a los humanos de que le aceptaran a bordo y, cuando se enteró de que tenían una plaga de ratas, encontró su oportunidad. No tuvo que recurrir a complicadas triquiñuelas: solo tuvo que hacer alarde de lo buen cazador que era para que ellos mismos le agarraran y le llevaran a la bodega.
Allí, tuvo alimento de sobra y mimos por parte de los rudos hombres que bajaban de cuando en cuando a sisar un poco de brandy. Podría haber vivido muy bien con ellos, pero nunca olvidó su sueño y, nada más llegar los piratas al continente, Neko aprovechó para escaparse y empezar, por fin, a explorar el mundo.
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Este es un relato que realicé en febrero de 2017 en el reto «Vuestras consignas, mi relato» de escribolee. Valeria sugirió «sueño» (de deseo) y Judith «barco» y «plumas».
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